Es triste ver como los lugares comunes abundan en lo escrito
por nuestros historiadores y economistas. Hay que aclarar algunos puntos para
que la discusión suba de nivel y se enserie. En lo que llaman la independencia,
hay mucha gente que afirma que los libertadores eran liberales y que querían un
modelo de progreso como el que se daba en Inglaterra o que estaba adoptando los
Estados Unidos, ciertamente nuestros libertadores no estaban claros y vagaban
en un limbo que iba desde la fisiocracia hasta el liberalismo, en esa suerte de
limbo estuvo también una institución que se le endilga el epíteto de liberal, y
esta fue la Sociedad de Amigos del País, sus citas los delatan porque usan
pasajes de Quesnay (fisiócrata) así como de Say y de Smith (liberales). De
hecho, sus modelos de organización política tendían al liberalismo en su
conformación republicana, pero mantenían las estructuras impositivas de la
monarquía española, que eran abiertamente mercantilistas y nada liberales.
El modelo liberal que se intentó en el siglo XIX se desbarató fundamentalmente por la ausencia
de individuos con capacidad e iniciativa empresarial (que es casi una constante
histórica en Venezuela), y por los deseos y las ambiciones políticas de algunos
líderes, como es el caso de los Monagas, quienes estuvieron complicando el
panorama con sus acciones hasta la parte alta del siglo XIX. Hay que reconocer
en Guzmán Blanco un poco de liberalismo, pero en ese momento el liberalismo ya
está en decadencia y comenzó a adoptar el positivismo, un movimiento que está
bastante lejos de ser liberal.
Esa misma ideología, la positivista, se acomodará desde
finales del siglo XIX hasta principios del XX y la oposición a Gómez acusó al
positivismo de ser manchesteriano y liberal, pero nada más alejado de la
realidad. Gómez no era liberal y tampoco lo eran sus asesores, lo que ocurre es
que el positivismo adoptó una suerte de criterio en pro de las trasnacionales
que puede considerarse propenso al liberalismo. Pero al igual que el período de
Guzmán Blanco y con mucha más insistencia, se instituyó la ayuda a “los amigos”
con la entrega de concesiones para que estos amigos se las vendieran luego a
las trasnacionales. Este elemento contribuyó al entendimiento por parte de las
élites de que el gobierno está ahí para
apoyar a los “amigos” y que a estos “amigos” se les daba el tratamiento de
“empresarios”, contribuyendo con ello, al daño institucional que nuestra
política le hace a la maltrecha figura empresarial, que dijimos, en Venezuela
es escasa.
Por eso, cada vez que entraba un nuevo grupo al poder,
accedía con sus oligarquías y el asenso al poder era sinónimo de mejora para un
grupo selecto de personas. También hubo quienes lograron mantenerse
independientemente de los cambios políticos, porque supieron jugar en los
diversos juegos de nuestra política, uno de los casos más emblemáticos es el de
Pérez Dupuy, quien logró sobrevivir a pesar de los gobiernos, porque nunca se
vinculó a ellos, demostrando que sí es posible sobrevivir sin gobierno.
Así el gobierno de Gómez fue intervencionista y además
corrupto, de hecho Gómez fue el dueño de Telares Maracay, Lactuario Maracay y
otras empresas, que le fueron expropiadas a sus herederos por López Contreras.
Ese cambio nos llevó a un sistema más intervencionista y otro peor, que fue el
de Isaías Medina, quien fue desastrosamente intervencionista y que terminó en
un golpe de estado. Los adecos del Trienio también trajeron consigo su
oligarquía de amigos y aunque la intervención fue menor, nunca dejo de serlo.
Pérez Jiménez tumbó a Rómulo Gallego y mantuvo el esquema
pero sacó a los civiles del juego, sin embargo, no añadió nada nuevo, sus
amigos y sus intereses se instalaron y todavía hay quien cree que eso tuvo algo
de bueno e incluso hablan de liberalismo. Conservatismo no es liberalismo.
De hecho los gobiernos desde el siglo XIX implican diversas
formas de entender el socialismo, Castro y Gómez con el positivismo, López y
Medina con una suerte de Nazi fascismo que nunca se atrevió a mostrarse a
plenitud, quizá por la cercanía y dependencia de Estados Unidos e Inglaterra,
la Socialdemocracia con el Institucionalismo americano, Pérez Jiménez con ese
nacionalismo semifascista. Por supuesto cuando volvimos a la democracia civil,
mantuvimos el esquema socialista y el desastre de Chávez y Maduro también lo
es, pero peor, pues definitivamente hemos venido empeorando ya que, cada vez,
el gobierno lo ejercen los menos capaces.
Sin embargo, hay que aclarar algo, el experimento de Carlos
Andrés Pérez (CAP) en 1989-1990 no es liberalismo ni nada que se le parezca.
CAP era un socialista consumado y Miguel Rodríguez es lo que se puede denominar
socialista keynesiano. El neokeynesianismo se adaptó a las reformas de 1980
porque entendió que sus políticas eran tan desastrosas como las comunistas y
mutaron añadiendo ciertas dosis de libertad, no liberalismo. El FMI es producto
de eso, por lo cual, quienes se hacen ilusiones con el Fondo, sueñan; y de
ilusiones también se muere y vaya que se muere. Fíjense que acotamos el
experimento a 1989-1990.
CAP y Miguel Rodriguez van al FMI porque no había reservas y
creían que una forma fácil de solucionarlo era ir al fondo y solicitar un
préstamo contingente, CAP se amparó en su popularidad y creyó que eso le
permitiría capear el temporal. Pero los venezolanos no tienen más ideología que
“yo quiero un gobierno que me regale cosas y que me permita vivir cómodo y
feliz sin mucho esfuerzo”. Eso de pedirle al pueblo que pague por algo (luz,
agua, teléfono, educación) es inconcebible en el esquema venezolano. Por eso,
la popularidad cayó tan profundamente y todos querían cualquier otra cosa,
incluso Caldera o Chávez.
Lo otro es que durante ese año se portaron bien, cumplieron
con algunas metas y consiguieron que el FMI le entregara recursos para
solucionar el problema inicial, incluso para renegociar la deuda. Pero 1989 fue
el año de la guerra contra Irak y eso disparó los precios del petróleo y voila,
quien quiere fondo si hay petróleo. Pagaron lo que le debían al fondo y
suspendieron las reformas, es decir, nuestros amigos aplicaron keynesianismo
tradicional y los del FMI contentos, porque ellos también son keynesianos. Van
unos datos:
-
Los precios nunca mostraron más que una
tendencia alcista, crecían 30% anual, si a usted le parece bueno, es porque
ya se acostumbró al 30% mensual
-
Privatizaron sólo un pedazo de CANTV,
Aeropostal, VIASA y el BOD. El resto de empresas se quedó esperando a ver qué
pasaba
-
Aumentaron la nómina pública en el mismo año
1989 en 5.1% y en 1990 8.3%, es más en 1990 llegaron al millón de empleados
públicos, es decir un 16% del total de los empleados trabajaba para el gobierno,
ese es un número mayor al que tiene Estados Unidos, por si les interesa el dato
USA le da trabajo al 14% de sus empleados en el gobierno.
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Lo único liberal fue la reducción de aranceles y
la simplificación aduanera, que se mantuvo hasta 1993, cuando tomó el gobierno
Ramón J. Velásquez interinamente, desbarató la reforma arancelaria.
-
A partir de 1990 el gobierno hizo lo mismo que
Chávez pero al revés todos creían que era liberalismo y escondía al socialismo,
en el caso de Chávez todos creían que era democrático y en el fondo estaba ese
fascismo comunistoide que montaron los Castro en Cuba.
Si a usted le parece liberalismo, bueno debería competir con
los intelectuales de este país en el concurso ¿Quién es más socialista? El
premio puede ser un ministerio, una oficina gubernamental o una beca trabajando
medio tiempo en cualquier embajada en el exterior, pero cobrando el sueldo
completo.
1 comentario:
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