domingo, 5 de febrero de 2012

La reducción de la jornada laboral

Recientemente el que ejerce el cargo presidencial anunció la reducción de la jornada laboral. La última reducción ocurrió en los 60 del siglo XX, dirigida por los adecos, es decir por Rómulo Betancourt. En un alarde del populismo que siempre le ha hecho daño a la sociedad venezolana. Pensar como los marxistas que existen clases sociales y que existe conciencia de clase es ser marxista es decir un tipo de individuo que vive en la edad media y cuya vanguardia vive en el siglo XVIII. Todos creen que todos los empresarios son iguales, y que todos los proletarios son débiles mentales. No han descubierto la realidad que todos son mucho más maduros que ellos.
Toda negociación laboral debe realizarse en el clima de la más absoluta libertad, donde el trabajador negocia con el conocimiento de que su trabajo es útil al empresario y el empresario intentará negociar tratando de ignorar las habilidades del trabajador, pero no se engañen él sabe qué es lo que el trabajador aporta al proceso productivo. Trabajadores de muchísima valía, con las leyes de homologación pierden porque jamás van a conseguir que les paguen su trabajo de una manera justa.
Al igual que en los 60, el gobierno lo único que persigue con la reducción de la jornada laboral es reducir el producto nacional del país. Es decir que el trabajador produzca menos y que el empresario produzca menos lo que los hace a todos pobres, por supuesto, como no hay posibilidades de reducir los sueldos en la misma proporción entonces los precios no bajarán, en cambio mismos sueldos, con menos producción, significan precios mayores y por tanto pobreza mayor. Así creen que van a reducir la pobreza. Ellos lo saben y por eso cambiarán el indicador para hacer creer que los que se mueren de hambre se llaman “Revolucionarios sacrificados”.
El país necesita más producción, más empresas, y menos intervención gubernamental. Es decir la castración del gobierno, para que se dedique a aquello que debe hacer, es decir seguridad, justicia y salud. El resto, si dejan que el mercado funcione se puede conseguir de buena calidad y a mejor precio que el gratis chimbo de este gobierno.
Cuando usted llene el tanque de gasolina, no piense que es barato, todo lo contrario piense en su declaración de impuesto y en el iva que paga en cada factura. Ahí va a descubrir que ningún país cobra tantos impuestos y ningún gobierno le facilita menos a sus ciudadanos en servicios de verdad.