viernes, 16 de agosto de 2013

Elegía para el país con Alzheimer


Lo ocurrido en la asamblea el pasado martes 13 de los corrientes fue nefasto. Cuando comenzó este gobierno, me publicaron en El Universal un artículo que denominé Fascismo de Izquierda. Esto no ha cambiado en lo absoluto. Ningún ser humano tiene el derecho a denigrar a otro. Tengo veinticinco años dando clases y a veces, provoca decirle a un alumno algo inconveniente, y uno no sabe si ese alumno que hoy no tiene criterio, será algún día un individuo brillante, pero esa no es la razón por la que uno debe limitar sus críticas, es porque al igual que yo es un ser humano.
Hace ya bastante tiempo vi como un jefe en un trabajo denigró a su subalterno y lo único que atiné a decirle al denigrado fue: "recuerda siempre esto pero no para resentir, sino para que nunca hagas lo mismo a un subalterno tuyo". La vida me dio tiempo para ver que mi consejo fue lanzado a la basura, como muchas de las cosas que siempre he dicho y escrito.
Qué cosa tienen en común. Algo que me duele en el alma, la venezolanidad. Algunos venezolanos actúan con soberbia y sobre todo, cuando alcanzan una situación de poder no tienen límite, consideran que los demás están por debajo y que deben ser humillados, no porque sean menos, sino porque pueden ser más que el pobre miserable que alcanzó el poder.
Siempre recuerdo a Borges quien en su evangelio apócrifo sentenció: “Pobres los pobres de espíritu, porque bajo la tierra serán lo mismo que son sobre ella” Gente como el diputado que denigró de su hermano, no merece más que el desprecio, el olvido, la triste salida de quien no debe ser recordado nunca por nadie.
Es triste, pero los que siguen los designios del “resentido eterno” se llaman comunistas, marxistas, progresistas, y no se han dado cuenta que sus pensamientos habitan la oscura cueva del peor de los fascismos y al igual que los decrépitos líderes de la isla cubana, usan un lenguaje marxista para esconder su verdad.
Sueño que algún día en Venezuela viva la libertad más absoluta, y que los jóvenes que vienen respeten a sus hermanos, permitan que se desarrollen, que no impongan nada porque el presente es tan triste que sólo el futuro permite sobrevivirlo.