El primero es creer que estamos en este
problema porque hay corrupción. Nada más falso, los países desarrollados tienen
niveles de corrupción parecidos y en algunos casos mayores que los nuestros.
Esto que voy a decir, puede ser malinterpretado, pero mi objetivo no es ese. La
corrupción es tambien, un mecanismo de redistribución de la riqueza, no el
ideal, pero funciona, debido a que el corrupto gasta y generalmente lo hace de
manera tan intensa que provoca un proceso de redistribución indudable.
Realmente, el problema de la corrupción no es que empobrece a los nacionales,
sino que los desmoraliza. Un corrupto es un problema social, porque es el peor
ejemplo para la sociedad y lo peor es que si la corrupción es impune, todos
quieren, aunque no lo reconozcan alcanzar un cargo público para corromperse y
eso, es lo que ocurre en Venezuela.
El segundo gran mito es que el gobierno como
gran propietario, puede garantizar una mejor distribución de la riqueza. La
época en la que la riqueza creció más y se permeó a todos los individuos de la
sociedad, provocando crecimiento, fue cuando el petróleo era manejado por las
trasnacionales, y desde 1976 con la nacionalización del petróleo la formación y
distribución de la riqueza se hizo cada vez de una manera peor, hasta que
llegamos a este maremagnum de fracaso y pobreza generalizada.
Otra gran mentira es que hace falta una fuerza
armada. La fuerza armada fue una creación de Juan Vicente Gómez, después de la
guerra de independencia, que fue una guerra civil y después de la guerra
federal que fue otra guerra civil. Desde Gómez, ese ejército se ha adosado otro
mito, el ser heredero del ejercito libertador, cuando quienes nos liberaron
fueron los esclavos y los británicos que derramaron su sangre por nosotros. Hoy
el ejército ha procurado que los civiles mueran por sus causas y que ellos
manden, se corrompan y nos dominen. El ejército en cualquiera de sus formas no
sirve, ni es necesario para nada.
Otro gran mito es que hace falta muchos
impuestos, porque es necesario que el gobierno tenga recursos para
distribuirlos. Cuando el gobierno era pequeño y no tenía tantos impuestos, el
país estaba mejor, la riqueza era la norma y los recursos alcanzaban, incluso
generaban superávit. Venezuela era el centro de atracción de emigrantes que
huían de sus países arruinados de Europa por la guerra, y contrinuyeron con su
esfuerzo a nuestro crecimiento. hoy nosotros somos los arruinados y vamos a
Europa a vivir de las ventajas de su economía del bienestar, provocando junto
con ellos el profundo malestar de esas economías.
Hay un mito perverso, y consiste en creer que
en algún momento Simón Bolívar nos dio la independencia política y nosotros,
estamos obligados a ser independientes económicamente. No somos independientes
políticamente, mientras dependamos de un loco que de un golpe de estado, o que
un consejo de generales incapaces apruebe lo que los civiles decidimos, no hay
independencia política y la independencia económica es la escusa que los
militares han conseguido para provocar una guerra, en la cual los civiles
mueran por materializar el deseo oculto de gloria de un general que no sabe
nada, sino eso, hacer que los civiles mueran por un fin militar. Un país
desarrollado es un país interconectado comercialmente con un montón de aliados,
que procuran el bienestar individual y por medio de él el bienestar de toda la
sociedad.
Pero el peor de todos, es creer que la
libertad económica es mala y provoca el enriquecimiento de “los más vivos”.
Precisamente el problema de Venezuela es que en un ambiente en el que el
gobierno procura créditos y establece controles, lo que se produce es el
enriquecimiento de los menos capaces y el empobrecimiento de la mayoría.
3 comentarios:
Muy buen artículo querido profesor. Pareciera muchas veces que el venezolano viviera en una ilusión, en un sueño, en una hipnosis de la cual si no se esfuerza, tal vez jamás salga. El pájaro sencillo, preso queda.
-Julio Miguel Jiménez Padrón.
Buena observación!!!
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