Hay quien
afirma sin pensarlo, como si se tratara de un dogma de fe que todo izquierdista
es progresista. No se han dado cuenta que la izquierda, que no es más que una
forma ligera de llamar al socialismo es la que ha destruido la riqueza de
países como Chile, Venezuela y Cuba. En sus expresiones suavizadas que llaman
la socialdemocracia, el socialcristianismo su principal función es destruir sus
monedas, sus producciones; la consecuencia es acabar con los empleos, le
entregan privilegios a los empresarios que ellos consideran aliados, mientras
llaman monopolistas a quienes realmente eran empresarios productivos y todo en
búsqueda de una justicia social que no es cierta. Su fracaso fue conduciendo a
esos países a las puertas de lo que llaman comunismo, que no es más que el
fascismo más radical que hayan inventado después de los que dirigieron
Mussolini, Franco, Salazar y Hitler. Los izquierdistas llaman a estos últimos de
Derecha, pero en el fondo, en sus métodos, políticas y prácticas son
exactamente iguales. Quizá la única diferencia es el tratamiento que dan a la
propiedad, pero como para ambos la propiedad no es un derecho, se sienten capaces
de regularla y limitarla. En los regímenes que se autodenominan fascistas y
socialistas ligeros (socialdemócratas y socialcristianos), la permiten con
ciertas restricciones, en los comunistas la eliminan, por considerarla inútil
para el buen desempeño de la sociedad.
No entienden
que la sociedad es la suma de individuos y que el mercado es un proceso de
colaboración que no puede ser regulado, porque al regularse pierde sus
condiciones para generar el verdadero progreso, que no es capaz de soñar en sus
límites el socialismo.
Dicen ser modernos,
y como si fueran pre-modernos, medievales apoyan la creencia de que la riqueza
debe ser distribuida, como si es que el proceso de distribución de la riqueza
es independiente de su creación. Viven en el fondo del siglo XII y creen que
son parte de la modernidad. Su ignorancia del proceso económico se esconde tras
falsos profetas que afirman que la historia se repite, y puede utilizarse para
predecir los procesos que obedecen a las acciones de cada individuo, y cada
persona es tan distinta, que ningún proceso nunca es igual. Porque las ciencias
humanas son tan complejas como la suma de cada individuo, que en sí, es él solo
complejidad pura.
Dicen ser
agnósticos, ateos y en el fondo creen tanto en un cúmulo de supersticiones que
les hace imposible entender el verdadero comportamiento de la sociedad o el
mercado que al final son la misma cosa.
Hay otros más
tontos todavía, que creen que el liberalismo es de derecha, no entienden que la
derecha, si es que esta existe, es conservadora y en el fondo los únicos que
quieren conservar sus privilegios son los socialistas que quieren preservar la
estructura de su sociedad hipócrita, luchan más por impedir que el rico se
enriquezca aplicándole impuestos injustos, que al final terminan por empobrecer
aún más al pobre. Porque el rico sencillamente se marcha y deja al pobre con el
derechista, hacen al país más pobre y echándole la culpa al rico. El pobre
puede creerle al derechista, o al final acepta que esto es cierto, porque no
hay otro que le dé dinero para que él siga creyendo. Por eso, en el fondo, un
izquierdista o un derechista son exactamente el mismo demagogo populista,
intentan preservar su cuota de poder, sin importar que esto acabe con su país. Se
esconden tras clichés que el sistema educativo ayuda a reforzar. Si usted
siente que es de izquierda o de derecha, entienda que son sólo vanas pancartas
para esconder a los totalitarios que pretenden poseer la verdad, revise sus
actitudes y reconozca que el progreso de la sociedad sólo es posible cuando el
hombre puede levantarse en la mañana y siente que la libertad de cumplir con
sus responsabilidades lo hace más libre y entiende que el respeto a las ideas y
la vida de los demás es parte de la sociedad misma. Siente además que el
Gobierno es un servidor y que no interfiere en las relaciones que la misma sociedad
quiere darse de una manera espontánea y no lo busca para obtener privilegios,
porque él es incapaz de proporcionárselos.
Ahora
aterrizando un poco, se supone que la izquierda es partidaria de una política
económica activa, en la que el gobierno como representación visible del Estado
hace y deshace en la economía. Por otra parte, se supone que la derecha es
partidaria de que no se haga nada y se deje que el mercado resuelva sólo sus
diferencias. Si el gobierno llama a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la
derecha, y se autodenomina de izquierda. Entonces por qué el gobierno se queda
tranquilo mientras el país se hace pedazos y la MUD vocifera que el gobierno
tiene que hacer algo para detener el desastre. ¿Parece contradictorio? Pues no,
son dos expresiones de la misma ideología con los matices que la hipocresía socialista
permite.
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