Hay quien se extraña de lo
que ocurre en Venezuela, quien durante varias elecciones escogió al Resentido
Eterno como casi presidente eterno, por supuesto, al morir ejerciendo el cargo
de candidato perpetuo, cumplió sus deseos en los límites de la eternidad
humana, la vida. Afortunadamente la muerte existe y el ensayo de la eternidad
escasamente logra sobreponerse al recuerdo. Eternos son: Ulises, Alejandro,
Cesar, casi todos sátrapas que merecerían el olvido más que la eternidad. Pero
afortunadamente existen también: Homero, Borges y Chesterton para permitir que
la humanidad, la de verdad, trascienda.
Comencé diciendo que no
extraña lo que ocurre en Venezuela, debido al inmenso grado de incultura.
Borges dijo al conocer a un alumno norteamericano que quería que él fuera su
tutor en una tesis sobre literatura inglesa, después de preguntarle por Elliot,
por Yeats y por Chesterton, a quienes este futuro doctor no conocía, que por
fin encontró un pueblo más inculto que el pueblo argentino. Borges supuraba por
la herida de Perón, como yo supuro por múltiples heridas: Caldera, Carlos
Andrés Pérez y Chávez. Afortunadamente, creo que ninguna de esas heridas tendrá
la facultad de extenderse como la desgracia del peronismo para mi querida Argentina,
y lo digo así, porque es un país que aprendí a amar en la distancia. En el caso
de Venezuela, como Borges, la amo en el dolor de ver la ignorancia de un pueblo
que tristemente vota, pero no elige, y acepta sin madurar nada.
Prueba de ello, es que mis
alumnos confunden constantemente Gobierno con Estado, desde ellos permea a los
profesionales y por supuesto, a las clases más populares. Todos confunden
Estado y Gobierno. Como los viejos mercantilistas del siglo XII al XVII, y por
ello uno puede asegurar que Venezuela no ha salido de la Edad Media, confunden
los conceptos del Gobierno, el Estado y la Nación. Son tres cosas distintas,
pero todos las mezclan, comencemos por la más fácil, la Nación es una unidad
lingüística y cultural, es decir Venezuela tiene una lengua común, el
castellano que se habla de diversas formas en los Andes, en el centro y en el
oriente. Sin embargo, esa forma de hablar el castellano la entendemos todos,
tanto que si un Colombiano nos dice algo, probablemente no lo entendemos, porque
sus patrones culturales, son distintos a los que conforman la nacionalidad
venezolana. Sin embargo, el colombiano habla castellano, pero a menos que
comparta con nosotros un tiempo y aprenda a participar de nuestros patrones
culturales, será más difícil entender y hacerse entender. Esos patrones son: la
forma de comer, comunicarse, hasta de hacer chistes es lo que denominamos
nacionalidad y eso o se hereda (ius sanguinis) o se adopta por compartir con
los demás habitantes del territorio y aprender de ellos, he ahí la tragedia de
quienes han tenido que emigrar y regresan a sus países de origen, porque sus
connacionales los sienten extranjeros, así como lo eran en el país al cual
emigraron. Por eso se habla de una nación yanomami, porque ellos comparten esos
valores que los distinguen, y comparten parte de nuestro territorio.
Otro elemento es el
Gobierno, éste es una unidad administrativa que dirige las políticas públicas
del país, que generalmente tiene un aparato represivo y que lo acciona cuando
es necesario para imponer bien sea la ley (en un estado democrático) o la
voluntad política (en una autocracia) entonces el gobierno es la representación
de la administración de la coerción tributaria, policial y jurídica de un país.
Pero el gobierno tiene generalmente una cabeza, esa cabeza es la que piensa y
es la que actúa, por supuesto, los ingenuos y algunos ignorantes piensan que es
un colectivo. En algunos casos las decisiones son tomadas entre varios, pero
siempre hay una cabeza que toma las decisiones y a veces, esa cabeza toma
decisiones que provocan votos y no las que provocan el bien de la comunidad.
Por ello, el gobierno puede ser profundamente injusto y perjudicar amargamente
a los nacionales en un determinado momento. Por ello son más felices aquellos
países donde el gobierno es sólo el administrador de un aparato pequeño que no
perturba el bienestar privado.
El Estado sin embargo, es
un ente metafísico, digo esto porque realmente el Estado es un pretexto después
de la desaparición de la monarquía para que alguien en un régimen no monárquico
ejerza su voluntad política dándole un carácter
supraterreno. El Estado es para algunos juristas la unión del territorio, el
gobierno y el pueblo, pero todo ello ni individual, ni en conjunto piensa por
tanto no existe, y quien tal cosa pretende intenta darle al Estado una
autoridad que no existe para que la ejerza con visos de legalidad.
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