lunes, 15 de mayo de 2017

La Fatal Arrogancia



Hayek llamó así a su último libro, y la fatal arrogancia no es otra cosa que el socialismo. Pero socialismo en la taxonomía austriaca no significa la izquierda. Significa el intento por controlar al individuo y evitar que afloren con la libertad todos los beneficios que desde que el hombre camina sobre la tierra, se materializan en lo que llamamos Capitalismo. Por lo que socialista es Hitler, Mussolini, Perón, Fujimori, Roosevelt, Lenin, Fidel, Stalin, Chávez, Maduro y un largo etcétera que abarca a Obama y a Trump. En ese largo etcétera incluyo a casi todos los partidos venezolanos, debido a que en Venezuela no hay partidos que defiendan el libre mercado.
Ahora, cuando comenzó el proceso que Chávez llamaba “revolución” me reía porque él lideraba ese proceso, aprovechando su carisma y la mayoría de las personas que lo seguían creían en la sinceridad de su discurso, aunque cada uno imaginaba cosas que no eran ciertas, porque tenía la misma agenda que hoy sigue el señor Maduro, es decir mantenerse en el poder. Unos personajes tan conservadores no pueden ser revolucionarios ¿no les parece? Esa es una de las contradicciones, cómo se declara de izquierda alguien que en realidad es conservador, absolutista, totalitario y por tanto contrario a la libertad.
Ciertamente lo que Chávez y sus acólitos, incluyendo entre ellos la oposición, llamaba la cuarta república, para decir el pasado seguía vivo y de hecho el gobierno de Chávez antes de ser algo nuevo, era lo peor de todo lo que venia ocurriendo. Chávez era una fotocopia del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP) y como buena fotocopia no era como el original, tenía defectos importantes, pésimos ministros y el mismo al ser una copia de otro, no era ni podía ser original. No estoy diciendo que CAP haya sido bueno, pero al menos era él. Maduro es una fotocopia de esa fotocopia, por tanto la nitidez y el liderazgo no estaban presentes.
Chávez y CAP confiaban demasiado en su popularidad, una popularidad que se generaba en la capacidad para regalar lo que no era de ellos, es decir las bondades del petróleo. Por eso, lo efímero de sus liderazgos. El primero lo descubrió cuando fue reelecto y pensó que con su liderazgo podría encarar unas reformas radicales en la economía. El segundo vivió un mundo al reves, primero experimentó el desprecio, porque en la recesión de los tres primeros años de su gobierno casi logró que lo defenestraran. Por eso la cautela que mostró desde el primer intento revocatorio y el golpe de 2002.
Su astucia le logró revertir ese odio y materializarlo en una presidencia larga, sin embargo, igual que la de Pérez se cimentaba en esa capacidad para repartir lo que no le pertenecía. Eso en un país en el que todos son adictos al regalo, seudo empresarios, seudo trabajadores, seudo intelectuales, todos disfrutaron de las mieles que repartian en el peor de los gobiernos de la república.
La incapacidad para entender la realidad en la que viven, fue lo que provocó que la revolución estallara en la Grecia de la antigüedad, los tiranos no escuchaban la realidad que los rodeaba, igual le pasó a Carlos I en Inglaterra y a Luis XVI en Francia. Chávez tenía en su carisma la capacidad para engañar, por ejemplo, convencer a todos que si reformaba la constitución todo se arreglaba, fue un ardid para lograr un sistema totalitario y de reelección perpetua, que al final no mejoraba nada. Además tenía suerte, porque los precios petroleros subieron y eso le facilitó la posibilidad de regalar. Es decir la mezcla perfecta de lo que Maquiavelo llamaba Virtû y Fortuna. Eso le permitió sortear la necesidad de reformas profundas con la falsedad de una revolución que no era.
Los herederos del Chávez, entre ellos Maduro creyeron que heredaban todo eso, pero los herederos de Chávz no tienen Virtû alguna y la Fortuna se la llevaron los precios del petróleo que no repuntan, y al parecer no repuntarán en el corto plazo. El ambiente está servido para iniciar una verdadera revolución. Por eso la represión lo que ocasiona es indignación y los llamados a diálogo y órden no son atendidos. Esto parece que se lo va a llevar un proceso, espontáneo, por lugares que ni el gobierno, ni la oposición, ni las fuerzas armadas esperan. Pero apenas está empezando.