La lección más importante que deben enfrentar los venezolanos después
del accidente de Amuay, si es que se puede llamar accidente a la falta de
mantenimiento que debe hacer toda gerencia responsable, es que el gobierno, y
no estoy hablando sólo de este gobierno, sino de todos los gobiernos NO pueden
tomar el lugar que le corresponde a la empresa privada en su función
empresarial. Si quienes explotan el petróleo en Venezuela fuesen empresas
privadas, habría un gerente o un grupo de gerentes y directores presos, porque
no habría excusas, como siempre sobran y sobrarán en cualquier sistema en el
que el gobierno se dedica a aquello que no sabe, ni aprenderá nunca a hacer.
Privatización es una palabra que en Venezuela tiene un significado
equivocado, como especulador también, porque desde nuestra más tierna infancia
nos han enseñado mal que los recursos naturales los debería explotar el Estado,
y con esa estupidez, hemos creado un monstruo que no sabe ni amarrarse los
zapatos y que quiere tener industrias petroleras, nucleares y agencias
aeroespaciales. Los gobiernos serios, sólo hacen de policía, pero muy buena
policía, que sí atrapa a los que delinquen y evitan que ocurran crímenes, no
quienes negocian con los pranes para conseguir favores. Tienen buenos sistemas
de justicia que castigan severamente a quienes faltan, pero comprenden que el
ser humano puede cambiar y hacerse útil a la sociedad. Un gobierno también debe
aportar salud y educación para aquellos que no pueden pagar ese servicio y
gestionan el buen resultado de las inversiones públicas que las debe realizar
el sector privado.
Lo otro es que todos los venezolanos creemos que si el negocio lo
maneja algún particular, ese se va a hacer rico, porque es un especulador.
Ojalá se haga rico, y bastante, para que siga invirtiendo y dando trabajo,
haciendo lo que debe hacer un empresario que es ser útil a la sociedad
ofreciendo fuentes de empleo. Útil para lo sociedad es quien produce, como trabajador
o como empresario.
Si quiero algo para mi consumo, voy al abasto de la esquina que
gerencia un portugués o un chino, que es mucho más pobre que el gobierno, pero
sabe mantener surtido su negocio y a pesar de las inclemencias de un gobierno
incapaz de importar como un distribuidor privado, ese gerente se las arregla
para tener su negocio mejor surtido que el monopolio que llaman PDVAL.
Por eso debemos cambiar nuestra forma de pensar, para que algún día
tengamos éxito. Tenemos que privatizar todo aquello que el gobierno es y será
siempre incapaz de gerenciar y debemos dejar que los empresarios produzcan un
sin fin de productos para que Venezuela recupere la ruta que perdió hace años
cuando al gobierno se le ocurrió que podía planificar y gerenciar como si fuese
un empresario.
Para que eso ocurra, tiene que disminuir los impuestos porque no
podemos competir con ningún país atrayendo inversión con las tasas más grandes
de impuesto de la región. No hablo de empresarios extranjeros, sino de
empresarios en general, porque ni los venezolanos, ni mucho menos los
extranjeros, invierten cuando los impuestos son tan elevados y la incertidumbre
por la intervención y los controles es tan acentuada. Por cierto, los invito a
pensar ¿Ustedes conocen algún país que crezca con tasas de impuesto altas? Las
tasas de impuesto elevadas son para los países ricos, que ya alcanzaron niveles
elevados de desarrollo y ya no crecen, sino a un ritmo del 1% anual. Venezuela
requiere crecer al doble o al triple de su tasa de crecimiento poblacional, si
no lo consigue vamos a ser eternamente pobres. Para crecer sólo existe una
manera: creando riqueza privada. Tenemos cincuenta años haciendo crecer el
sector público y lo único que creamos es más pobreza y mayores monopolios
públicos.
Amuay, por tanto PDVSA, Sidor, las cementeras, el sector eléctrico son
la prueba inconfundible que estamos equivocados y la única rectificación es que
cada quien se dedique a lo que sabe. Cincuenta años de desaciertos nos deben
llamar a la reflexión. La democracia sólo puede ser estable con un país en el
cual se genera riqueza y seguir promocionando el crecimiento público es apoyar
un modelo que lo único que crea son pobres.
Hay que entender que ningún gobierno puede hacer de empresario y quien
no haya sido empresario puede regular efectivamente nada y mientras más rápido
lo aprendamos, menos vamos a sufrir y más vamos a crecer.