domingo, 21 de octubre de 2012

El afán por el corto plazo


Los venezolanos tenemos un afán permanente por el corto plazo, parecemos todos economistas keynesianos buscando soluciones inmediatas a las situaciones que vivimos e inmediatamente proyectamos o solicitamos que nos proyecten los resultados de las políticas que se proponen, eso sí, no sienten ni la más mínima preocupación por la pregunta fundamental del verdadero científico que es ¿Cómo llegamos a esta situación? El análisis nos da flojera, resulta más fácil tomar una calculadora y aplicar fórmulas y determinar déficit, paridades y tipos de interés reales, sin importar si eso lleva a alguna conclusión verdaderamente práctica y aplicable.

Hoy se calculan déficits y situaciones de caja de la tesorería para determinar si el gobierno va a devaluar, o va a tener que devaluar el bolívar para alcanzar un equilibrio fiscal. Los cálculos ¿toman en cuenta que las cuentas fiscales están hechas a $ 40 por barril y el verdadero precio del barril es por encima de $100? estos cálculos ¿toman en cuenta que no se sabe cuánto produce y vende PDVSA? Porque este gobierno ha hecho toda una suerte de maromas para declarar esas cosas que antes eran insumo de cualquier estudiante, secretos de estado. No se puede saber nada, y cualquier ejercicio es fundamentalmente un ensayo metafísico, donde puede usarse una carta astral, caracoles, o cualquier método de estimación probabilístico. Por supuesto los niveles de deuda son también una quimera, o es que alguien puede tener valores precisos para las estadísticas en Venezuela.

Venezuela un país votante, pero no democrático

Las últimas elecciones mostraron un elemento importante, Venezuela es un país enfermo políticamente, cuando van el 80% de los votantes a ejercer el derecho a votar, es porque todos tienen miedo que pase lo contrario a sus deseos o porque algunos consideran que por más que vayan, eso no va a producir ningún cambio. De hecho, si esos indicadores muestran preferencias, el país está casi dividido a la mitad. Pero hay que tomar en cuenta que el presidente ha migrado de líder carismático a líder crematístico y efectivamente muchos de los votantes están mostrando un comportamiento racional que indica que ellos están a la espera de obtener beneficios de esa votación. Bien sea, porque han recibido ya algún beneficio, como porque esa certeza, al igual que quien compra un billete de lotería, es una verdad en la que creen y están a la espera de recibirlo. El voto no es ideológico. De hecho, hasta ahora, las elecciones anteriores han mostrado que los mismos votantes que votan a Chávez para presidente lo hacen por gobernadores y alcaldes de la oposición, e incluso, cuando se realizaron las elecciones de parlamento, si no se modifica la fórmula del cálculo del voto, el resultado hubiese sido el triunfo de la oposición en la asamblea. Por lo que los fraudes no pasan de la metodología que se usa para determinar la mayoría en las elecciones de asamblea, o por la abstención masiva de quienes votan en los barrios de las clases medias y altas.

La afirmación de que Venezuela es un país votante, salta a la vista al ver el nivel de participación. Pero eso no ratifica que seamos un pueblo democrático. Hay países que tienen menos proporción de votantes y efectivamente son más democráticos. Por ejemplo, cualquier país del norte de Europa. Entendiendo por democrático, la pluralidad de sus instituciones y los límites al ejercicio del poder. De hecho, la masiva participación en elecciones de presidente deja en evidencia que Venezuela es un país eminentemente presidencialista y por tanto, se asume como una monarquía en la que uno sólo acumula una inmensa cuota de poder. Esa realidad posiblemente confunda a quienes desde afuera ven a Venezuela como una democracia.

Entendiendo la realidad

La realidad es siempre relativa, las inmensas concentraciones que mostró la oposición o como ellos se quieren llamar la alternativa democrática, son la muestra que no todos los que se concentran votan, y no todos los que votan fueron los que se concentraron. Entonces esa no es la medida, como tampoco lo es, la encuesta, puesto que quienes dieron ganador a una opción, tampoco pegaron la proporción de votos. Lo que si tiene que entender la alternativa democrática es que los votantes por Chávez tienen hasta ahora el entendimiento que este sistema es de “izquierda”, “socialista”  y que le está haciendo bien al país. Ellos no han logrado ver lo que probablemente una proporción de quienes votaron en contra, si, que es que este sistema no sirve y nos va a llevar a una situación catastrófica. Pero nadie aprende en experiencias ajenas, esa es una lección que se aprende personalmente, a veces.

Fascismo de Izquierda, Socialismo y Democracia

Muchos analistas acusan a este régimen de “Comunista” haciendo parangón con lo que se vivió en la URSS, Cuba y quizá China, incluso hay quien habla de que China es hoy un comunismo más ligero porque acepta al Capitalismo en una zona de tolerancia. Eso no es cierto. Esos regímenes no son comunistas, de hecho el comunismo es una utopía, que no puede ser realizada en este mundo. No existen esos seres especiales que se llaman “hombres nuevos” y la mitología representada en una teoría de la historia marxista es falsa, irrealizable y desconocedora de la realidad humana, social y política.

El régimen que se montó sobre el zarismo ruso, así como el que se montó sobre los restos de la monarquía española y las dictaduras cubanas, así como el régimen que se instauró sobre el imperio chino, son continuaciones monárquicas de esos mismos regímenes que al igual que en el absolutismo moderno eliminaban la propiedad privada para impedir que se extendiera el poder de una clase media que siempre reclama libertades, encarcelaba o permitía la emigración selectiva de los “disidentes” para que quedaran los sumisos, que eran fácilmente domesticables y eso permitía que los mendrugos de su producción fuesen malamente distribuidos entre los súbditos esclavizados que denominan camaradas. Esa monarquía obliga a la igualdad de los súbditos, para que la clase gobernante mantenga toda una serie de privilegios que jamás serían soñados por la plebe. Entonces, visto así, no hay diferencia entre el absolutismo de la edad moderna, el fascismo del siglo XX y el seudo comunismo que se implantó en la Europa Oriental, Asia y Cuba. Sin embargo, estos neofascistas saben que los ingenuos comunistas y neomarxistas de las naciones desarrolladas, detestan lo que ellos llaman la derecha y entonces usan modismos, expresiones y hasta publican leyes que esconden sus verdaderas intenciones. Si se manifestaran como son, todos en el exterior, intentarían detener a los neofascistas, pero no, su uso de la jerga marxista los absuelve como bondadosos reformadores y redentores de un pueblo alienado, lamentablemente ellos son los que alienan y no sólo a sus pueblos sino que alienan los cerebros de la “izquierda intelectual de los países desarrollados”

Venezuela desde el siglo XX vive en socialismo, de hecho, las modificaciones que se implantaron en el gobierno del dictador Gómez eran positivistas e intensamente proclives a otorgar poderes dominantes al gobierno, eso es lo que se extendió con un poco de más modernidad en los gobiernos de López Contreras (1936-1941) e Isaías Medina Angarita (1941-1945). Casi podría decirse que eran keynesianos, un poco más en esta misma tendencia fueron los que derrocaron a Medina y establecieron una revolución no marxista pero si muy izquierdista, (1945-1948). Quienes treuncaron estos deseos, eran militares pero siguieron más o menos la misma tendencia a controlar el poder y realizaron mucha política de beneficios sociales, esa penúltima dictadura tuvo una duración de diez años y como la sociedad venezolana es muy joven y proclive a despreciar el estudio de la historia, siempre se entendió como una verdad común que era eficiente y que facilitó cosas buenas para la sociedad y sobre todo para los sectores más necesitados. A su caída en 1958, volvimos a un régimen de elecciones populares y los partidos dominantes eran de izquierda, por lo que las políticas eran de beneficio social. Sin embargo desde 1974 se apoyó un nuevo sistema político que centralizaba mucho poder en el gobierno y le fue dando demasiado poder y poca flexibilidad a quienes administraban el negocio público. Esa ineficiencia fue lo que castigó a los sectores más humildes y su poca cultura política los llevó a renegar de los avances obtenidos en el sistema de partidos políticos. Es por ello, por lo que surge la figura de un líder carismático que materializa las bondades de un sistema político militarista. Siempre en busca de una salida fácil, el pueblo abrazo esta propuesta, sin importar los corolarios que traía adosados. Este líder bien aconsejado abandonó la propuesta de desconocer las elecciones y al contrario se montó en el sistema eleccionario que es el único que en Venezuela es viable, por la creencia de que elección es democracia. Adoptó un lenguaje de izquierda que lo hiciera aceptable a pesar de sus intenciones verdaderamente fascistas y se alió al más viejo representante de esa misma corriente seudoizquierdista, por lo que algunos lo acusan de comunista, sin entender que esa es su fortaleza, el que todos, hasta sus enemigos lo traten de izquierdista, ese es el mayor favor que le hacen a quien realmente no es tal cosa y cada expropiación que también eran realizadas por sus émulos Hitler, Mussolini ó Stalin es asentada en sus activos como una manifestación de comunismo, cuando realmente no lo es atrayendo sobre ellos las bendiciones de la ingenua “intelectualidad neomarxista”, así como los pobres infelices que en estos países sueñan con la utopía que aparece en los libros del siglo XIX y XX que abonaron precisamente los campos de concentración de Siberia, y sus equivalentes chinos y cubanos. Entonces amigos, un fantasma se pasea por Latinoamérica y ese fantasma se disfrazó de comunista, pero es fascista, tiene plenos poderes y ustedes los aplauden.